Sus inicios artísticos se centran en el mundo de la ilustración, del diseño gráfico y del cómic. Pinturas elaboradas a partir de sustancias naturales, assemblages de objetos reciclados que se convierten en formas zoomorfas que reflejan la particular visión del artista del mundo natural. Texturas poco convencionales, colores y formas sorprendentes con los que retrata un bestiario fantástico que reta la imaginación de cualquier científico o biólogo. Su trabajo bebe de fuentes surrealistas como las estructuras móviles de Calder o las esculturas cinéticas de Tinguely.
A partir de la fotografía documental, Samuel Aranda ha retratado para medios como The New York Times, Le Monde o National Geographic realidades políticas y sociales de todo el mundo. Centrado fundamentalmente en Oriente Medio y África, ha dado visibilidad a temas como la pandemia del Ébola, las revoluciones árabes, la crisis de los refugiados o el conflicto entre Israel y Palestina. En España también ha retratado sin ambages el impacto social de la crisis económica con imágenes que generaron un gran debate, así como también el movimiento independentista catalán y los distintos episodios políticos que ha generado. Siempre atento a los efectos que estos hechos provocan en las personas, sus fotografías muestran con extrema precisión situaciones límites donde el fotógrafo se convierte en testigo de lo mejor y de lo peor del ser humano.
Uno de las artistas informalistas más importantes de nuestro país y que más profundamente investigó sus capacidades lingüísticas. Sus obras se caracterizan por la maestría en el trabajo matérico y el collage, por el gusto por la textura y los acabados táctiles y por la constante experimentación en las técnicas. Dentro del informalismo escoge la opción de la exaltación de la humildad y la pobreza. A partir de 1961 la angustia vital del autor se pone de manifiesto a través de la incorporación de elementos que remiten a la realidad como objetos dañados y deteriorados por el paso del tiempo y el uso.
Escultora catalana que comparte el interés de los norteamericanos Donald Judd o Carl André por la repetición rítmica de simples formas geométricas. Sus creaciones son piezas abstractas de carácter asimétrico y orgánico con un contundente afán de proyección simbólica y un íntimo discurso humanístico cargado de sensualidad y misterio. Conglomerado de contraposiciones entre la materia y las líneas en tensión, el vacío y el lleno, las formas cúbicas y onduladas, que son un reflejo ideológico de las contradictorias miserias humanas: inmovilismo y vitalidad, opresión y libertad.
En los setenta, Manel Armengol se inicia en el mundo de la fotografía y del fotoperiodismo. En 1977 se le concede el Premio a la Mejor Fotografía de Prensa por las imágenes que hizo sobre las manifestaciones de Barcelona en 1976, publicadas en todo el mundo para mostrar uno de los momentos más representativos de la transición política en España. A partir de 1980 y en el transcurso de los siete años posteriores, se dedicó casi exclusivamente a la fotografía arquitectónica y ambiental del Modernismo catalán. Ha llevado a cabo exposiciones temáticas de elementos de la naturaleza como el fuego, el agua, la tierra o la madera.
Inició su trayectoria con una obra a caballo entre el impresionismo y el fauvismo, donde el eje central era la expresividad cromática. Poco después, gracias al dominio de los colores primarios y el tratamiento de la luz, evolucionó hacia un constructivismo que paulatinamente desfiguraba unos personajes en movimiento. Esta descomposición de la figura humana no lo abandonará ni siquiera cuando su obra inicia un camino hacia la abstracción empujado por la experimentación de la mancha y el gesto. No fue hasta la segunda mitad de los años ochenta –y hasta su prematura muerte– cuando su obra abandonó cualquier referencia figurativa y se adentró en el informalismo, con la utilización de nuevos materiales como la arena, los objetos reciclados o el metacrilato, transgrediendo los límites del lienzo.
Prestigioso artista multidisciplinar que durante más de una década realizó, junto con Rafael Bartolozzi, proyectos artísticos que marcaron la historia del arte contemporáneo español. Sus primeras pinturas se enmarcan en el informalismo, que abandonó en el año 1961, seducido por el naturalismo de Caravaggio. A medio camino entre el mundo surrealista y la estética del Pop Art, la reiterada presencia de la figura humana en su obra es una alusión irónica a las turbaciones, inseguridades y angustias del hombre contemporáneo.