Pintor, escultor y dibujante de arraigada tradición postimpresionista dentro de los máximos exponentes coloristas del momento: Mir, Amat, Sanvisens..., que a partir de una pincelada fácil, espontánea y refinada, retrata a menudo marinas o paisajes de Catalunya, Baleares, París y varios países de Europa y los EEUU. Junto a estas escenografías y panorámicas de considerable magnitud, conreó temas de interior, escenas de café y estudios de figura, temáticas en las que ejercitaba sus facultades caligráficas y una destreza ingeniosa por el dibujo. Desde el año 1982, comienza a experimentar el volumen del hierro, consiguiendo resultados vitales y originales que vaticinan un acercamiento potencial hacia esta disciplina tridimensional.
Pintor y dibujante. Hermano del pintor Josep Moscardó, sus composiciones poseen un mayor sentido compositivo y colores más agresivos. Representa temas de interior, figuras en espacios domésticos, naturalezas muertas y temas de taller. A lo largo de las últimas décadas matiza los colores mediante una mezcla de pigmentos primarios y complementarios, deforma los contornos y fusiona con gracia color y sentimiento bajo una clara influencia de Pierre Bonnard y los pintores nabís, como una forma subjetiva de expresión de las emociones y reflejo de su mundo interior.
Se puede decir que sus pinturas al óleo adquieren un aspecto de acuarela a partir de unas tonalidades intensas y de unos trazos diluidos que enfatizan el arraigo y la corrosión de los cuerpos. El estilo acuoso de la pincelada no es fortuito, sino que responde a una clara voluntad de acentuar la efimeridad matérica. Bajo una clara conciencia ecológica, el artista capta espacios naturales preservados o sometidos al desarrollo espontáneo del hombre (basura o residuos) así como la disposición de unas naturalezas muertas que socavan en la realidad exterior, cotidiana y casual. Emplazado a pie de calle, inmortaliza unas perspectivas que traslucen naturalidad y que se orquestan alrededor de unos objetos que se convierten en epicentro paisajístico en alusión a un tiempo emancipado de la representación. En definitiva, unas composiciones que establecen un diálogo retórico entre la mutación escénica y la experimentación artística.
Inspirada en los paisajes urbanos, la fotografía de Emilio Muñoz Blanco busca aquellos lugares silenciosos y solitarios que captados por la cámara se transforman, aunque inertes, en campos visuales llenos de dramatismo, escenarios que rebelan al espectador aquella faceta invisible de nuestra historia más cercana.
Las telas de Takahiro Murakami conjugan sobriedad formal y una extraordinaria complejidad técnica. De la conjunción del aceite y la cera, el pintor japonés, a través de unas formas geométricas y arquetípicas, evoca el recuerdo de arquitecturas imaginarias, bajo una estética a medio camino entre el informalismo y la abstracción que da como resultado unas obras originales de regusto contemporáneo.
En 1955 fundó con Marc Aleu, Modest Cuixart, Josep M. Guinovart, Antoni Tàpies i Joan Josep Tharrats el grupo de arte Taüll. Durante cuatro años participó en la V Bienal de São Paulo, en representación de España. Su dilatada trayectoria se caracteriza por un intento de plasmar en la pintura lo que ve su ojo. No se trata tanto del intento de trasladar los elementos de la realidad a la pintura, sino de inspirarse en la misma realidad para probar a convertirla en pintura. De hecho, su obra no busca una razón objetiva, sino que refleja a través de la explosión de color la inquietud, el afecto y la angustia que le produce el mundo que le rodea. En 1991 ingresó como académico en la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi.