La obra de Santi Moix se caracteriza por la acumulación y la fragmentación, la sensualidad y un sentido poético de la forma en un espacio horizontal plano, denso y vital. Rompe con la imagen de continuidad, crea digresiones que avanzan y retroceden para construir, finalmente, esquemáticas estructuras biomorfas. Pinturas y esculturas que son elementos en movimiento, como laberintos que se ramifican hasta el infinito, y provocan una reflexión sobre un mundo fluctuante arrastrado por la fastuosidad y la rapidez que nos introduce en un tiempo diferente, libre, vital, desbordante y pasional.
Sus fotografías son un homenaje a los antiguos cuadernos de viaje en los que los artistas dibujaban lo más fascinante y propio de los paisajes descubiertos. Moldoveanu estudia su entorno y extrae la belleza latente en cada uno de sus componentes. En sus fotografías tanto de paisajes urbanos como rurales, el artista revela, a través de una óptica personal, los misterios y secretos que se esconden en cada rincón y examina el encanto de las relaciones que se establecen entre las formas naturales y ciertas formas desarrolladas por el hombre.
Pintor, dibujante y grabador. Su pintura refleja la influencia de antecesores del surrealismo como Brueghel y Goya, caracterizada por una fantasía tenebrosa que actúa en conjunción con sus figuras, seres fabulosos y escenificaciones paisajísticas. Estas representaciones son el receptáculo de una imaginación desmesurada pero a su vez apresada en sí misma.
Pintor y escultor, Alejandro Molina es conocido por sus esculturas sobre el mundo de la tauromaquia con papel maché, material que en manos del artista presenta unos acabados similares a la piedra. Instruido en Filosofía y Letras en la Universidad de Sevilla y en Decoración en la Escuela de Artes Aplicadas de la misma ciudad, en 1978 se instala en Barcelona donde frecuenta los ambientes underground de la época. Resulta particularmente interesante en el enfoque que da a la tauromaquia, temática que le sirve para comprender la historia del mundo mediterráneo desde sus orígenes micénicos hasta la actualidad.
Pintor extremadamente creativo y artífice de una obra poliédrica. Fue discípulo de artistas como por ejemplo Joan y Màrius Vilatobà, y se formó en la Acadèmia Miralles de Manresa y la Escola de Belles Arts de Sant Jordi de Barcelona, donde ingresó con tan solo diecisiete años. En el año 1961 se traslada con su mujer a La Massana (Andorra), en una década en la que trabaja fundamentalmente la temática del realismo social. A partir de la década de los setenta, Monegal se dedica de lleno a la pintura y en ese momento su pintura experimenta una remarcable evolución artística, que lo lleva a dejar atrás el realismo y adentrarse en las geometrizaciones y la idealización de la figura. Por último, en 1975, se familiariza con la pintura al temple, técnica que le permitirá desarrollar el lenguaje plástico que caracteriza su obra.
Aunque durante su formación en artes plásticas se especializa en escultura, en su producción destaca asimismo la pintura con un tratamiento hiperrealista que evoca la fotografía y que buscar engañar la mirada del espectador. Su producción más reciente, no obstante, se centra en la escultura y la instalación, donde el protagonista es un objeto cotidiano que ya lo identifica como artista: los billetes de banco. Monge los recrea mediante papel y pintura acrílica y los amontona en grandes cantidades para –a menudo– quemarlos. A partir de la ironía y la destrucción de su propio trabajo plantea una crítica de la sociedad actual y de la entronización omnipotente del valor económico.
Desde hace más de quince años vive y trabaja en París. Su obra manifiesta la influencia de la última vanguardia francesa (Supports-surfaces, BMPT), por la importancia que otorga al proceso analítico o sistematizado. En su trabajo, Miquel Mont no representa más que la pintura: el color, el gesto, la plenitud, la trama… en definitiva, elementos de una plasticidad conceptual donde las formas son consecuencia de un proceso sistemático de acercamiento materialista a la pintura.
En los ochenta se inició en el campo de la fotografía de manera autodidacta. Mediante sus imágenes ofrece al espectador la posibilidad de descubrir la vida cotidiana y más íntima del ser humano con escenas de fantasía erótica. Analiza el paso del tiempo y la memoria como reflejo del alma. Al mismo tiempo retrata los “no-lugares” fuera del espacio y del tiempo, entre la realidad y lo onírico. En definitiva, unos espacios extraños y fantasmagóricos donde el silencio y el misticismo enturbian las formas físicas y donde nuestra memoria se pierde en un espacio espiritual.