Pintor extremadamente creativo y artífice de una obra poliédrica. Fue discípulo de artistas como por ejemplo Joan y Màrius Vilatobà, y se formó en la Acadèmia Miralles de Manresa y la Escola de Belles Arts de Sant Jordi de Barcelona, donde ingresó con tan solo diecisiete años. En el año 1961 se traslada con su mujer a La Massana (Andorra), en una década en la que trabaja fundamentalmente la temática del realismo social. A partir de la década de los setenta, Monegal se dedica de lleno a la pintura y en ese momento su pintura experimenta una remarcable evolución artística, que lo lleva a dejar atrás el realismo y adentrarse en las geometrizaciones y la idealización de la figura. Por último, en 1975, se familiariza con la pintura al temple, técnica que le permitirá desarrollar el lenguaje plástico que caracteriza su obra.
Aunque durante su formación en artes plásticas se especializa en escultura, en su producción destaca asimismo la pintura con un tratamiento hiperrealista que evoca la fotografía y que buscar engañar la mirada del espectador. Su producción más reciente, no obstante, se centra en la escultura y la instalación, donde el protagonista es un objeto cotidiano que ya lo identifica como artista: los billetes de banco. Monge los recrea mediante papel y pintura acrílica y los amontona en grandes cantidades para –a menudo– quemarlos. A partir de la ironía y la destrucción de su propio trabajo plantea una crítica de la sociedad actual y de la entronización omnipotente del valor económico.
Desde hace más de quince años vive y trabaja en París. Su obra manifiesta la influencia de la última vanguardia francesa (Supports-surfaces, BMPT), por la importancia que otorga al proceso analítico o sistematizado. En su trabajo, Miquel Mont no representa más que la pintura: el color, el gesto, la plenitud, la trama… en definitiva, elementos de una plasticidad conceptual donde las formas son consecuencia de un proceso sistemático de acercamiento materialista a la pintura.
En los ochenta se inició en el campo de la fotografía de manera autodidacta. Mediante sus imágenes ofrece al espectador la posibilidad de descubrir la vida cotidiana y más íntima del ser humano con escenas de fantasía erótica. Analiza el paso del tiempo y la memoria como reflejo del alma. Al mismo tiempo retrata los “no-lugares” fuera del espacio y del tiempo, entre la realidad y lo onírico. En definitiva, unos espacios extraños y fantasmagóricos donde el silencio y el misticismo enturbian las formas físicas y donde nuestra memoria se pierde en un espacio espiritual.
Escultor que se caracteriza por el dominio del modelado pétreo y del mármol, que hereda de la tradición familiar. Consigue reproducir objetos de la cotidianidad con precisión y exactitud, en los que se consiguen texturas y colores a base de utilizar diferentes tipos de materiales y técnicas de cuidada precisión. Predominan las cajas y las bolsas que imitan el cartón y que parecen receptáculos extraídos de una realidad con vida propia. Joan Mora escoge con cuidado todo tipo de objetos que descontextualiza y transporta hacia los inquietantes límites de nuestra percepción.
Las esculturas de David Moreno se transforman en dibujos en el espacio. Gracias a la yuxtaposición de pequeñas varillas de acero, Moreno traza dibujos vigorosos que traspasan la bidimensionalidad para instalarse en las tres dimensiones. Del entramado de esos miles de varillas surgen, casi como por arte de magia, referencias arquitectónicas de una poética perturbadora, fantasmagórica. A lo largo de su trayectoria Moreno ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas de ámbito nacional e internacional, en ciudades como Barcelona, Lisboa y Berlín. Actualmente su obra está presente en varias colecciones privadas.
Pintor realista que retrata con una gran destreza y pulcritud urbes en proceso de transformación, entornos industriales deteriorados, decadencia en estado puro y sobrecogedores paisajes periféricos. Utiliza una depurada técnica al óleo sobre madera que da a sus cuadros un aspecto envejecido y mate.
Pintor y fotógrafo, colaborador de diversos medios de prensa. La realidad social y política de los setenta marcó su elección de la fotografía, en concreto del fotoperiodismo, como medio de denuncia de los desequilibrios sociales, aunque nunca abandonó la pintura. En 1964 produjo una serie de papeles fotográficos “pintados” con líquido revelador y otros productos. Sin embargo, no es hasta 1996 que iguala pintura y fotografía, entrelazando las dos disciplinas en un mismo acto creativo.