Su trabajo se caracteriza por un importante componente de teatralidad, con una constante vulneración de los límites entre la acción y el espectador, así como de la función del propio espacio de representación que cuidadosamente escenificado emana una estética mágica. Mediante la fotografía y la performance, el público adquiere el protagonismo en una obra que cuestiona las normas de comportamiento social, pues involucra al propio espectador sin desvelar la identidad y confidencialidad de cada uno de los individuos presentes.
Antonio Miralda reflexiona en su obra sobre las conexiones entre la nutrición, la ciencia y la cultura popular. Ironía y ambigüedad, osadía y monumentalismo barroco y kitsch, provocación y alabanza al mal gusto imperante, devastación de estereotipos pero también inmersión en los aspectos más populares y espontáneos de la cultura de masas, parecen ser las coordenadas por donde deambula su trayectoria creativa. Su arte enlaza directamente con el conceptualismo y con nombres como John Cage, Nam June Paik – precursor del videoarte- o el creador de los grandes envoltorios, Christo. Artista fascinado por el espectáculo pastelero y gastronómico, incluso sus últimas creaciones sin comida se refieren a objetos relacionados con el mundo de la alimentación.
Está considerada una de las primeras artistas conceptuales catalanas. A comienzos de los años setenta, empezó a realizar intervenciones en la naturaleza, que contenían una crítica social hacia el régimen franquista tardío, y también como un diálogo entre la misma naturaleza y la artificialidad. A finales del siglo pasado, y después de un tiempo viajando por América del Sur y Europa, se instaló en Cadaqués, donde recupera el arte de la acción y la performance.
La obra de Miró ofrece una de las visiones más particulares de la corriente surrealista y refleja el interés constante por el subconsciente, el mundo onírico, los recuerdos de infancia y la tierra catalana. Pintor, escultor, ceramista y grabador que, desde unos ensayos detallistas y de concepción casi caligráfica impregnados de las innovadoras tendencias parisienses, entra en contacto con los surrealistas para derivar hacia un enfoque sintético y expresivo. Joan Miró generó un lenguaje visual y una iconografía que se convirtieron en estandartes de unas composiciones poéticas que conjugan con sutileza figura y signos, y que llegaron a su máxima simplificación por medio del color y de las formas esenciales. Una de las aportaciones más significativas del artista fue la creación de la Fundació Joan Miró, realizada por Josep Lluís Sert en el año 1975 y dedicada a difundir las tendencias artísticas imperantes y a promocionar a los creadores catalanes.
Es uno de los fotógrafos documentalistas más importantes de la posguerra. A los diecisiete años fue premiado con el I Trofeo Luis Navarro, en el II Salón Nacional de Fotografía Moderna de l’Agrupació Fotogràfica de Catalunya. Sus imágenes combinan el espacio y el tiempo, mostrando la relación entre el hombre y la tierra, en la que el escalafón humano dimensiona el tiempo histórico en un espacio natural. Su capacidad de retratar la anécdota y enfocar con maestría situaciones irónicas, hacen disfrutar al espectador de una historia que transmite inocencia y espontaneidad, testimonio impreso de aquello que escapa de nuestro campo visual.
Santu Mofokeng inicia de manera informal su carrera de fotógrafo de la calle, y en la década de los ochenta decidió dedicarse de lleno a la fotografía de cariz ideológico y documentalista. Atraído por la actividad política del momento, marcada por el Apartheid, hace una apología del lirismo de la representación, plasma paisajes nostálgicos, exóticos o que contienen secretos de los antiguos habitantes de la región surafricana. Además, ha realizado instantáneas de gran crudeza protagonizadas por los supervivientes de los campos de concentración de Alemania y Polonia.
La obra de Santi Moix se caracteriza por la acumulación y la fragmentación, la sensualidad y un sentido poético de la forma en un espacio horizontal plano, denso y vital. Rompe con la imagen de continuidad, crea digresiones que avanzan y retroceden para construir, finalmente, esquemáticas estructuras biomorfas. Pinturas y esculturas que son elementos en movimiento, como laberintos que se ramifican hasta el infinito, y provocan una reflexión sobre un mundo fluctuante arrastrado por la fastuosidad y la rapidez que nos introduce en un tiempo diferente, libre, vital, desbordante y pasional.
Sus fotografías son un homenaje a los antiguos cuadernos de viaje en los que los artistas dibujaban lo más fascinante y propio de los paisajes descubiertos. Moldoveanu estudia su entorno y extrae la belleza latente en cada uno de sus componentes. En sus fotografías tanto de paisajes urbanos como rurales, el artista revela, a través de una óptica personal, los misterios y secretos que se esconden en cada rincón y examina el encanto de las relaciones que se establecen entre las formas naturales y ciertas formas desarrolladas por el hombre.
Pintor, dibujante y grabador. Su pintura refleja la influencia de antecesores del surrealismo como Brueghel y Goya, caracterizada por una fantasía tenebrosa que actúa en conjunción con sus figuras, seres fabulosos y escenificaciones paisajísticas. Estas representaciones son el receptáculo de una imaginación desmesurada pero a su vez apresada en sí misma.