Seducido por el dilatado abanico de posibilidades que ofrece el trabajo con materiales como el bronce o el hierro, y posteriormente la resina o la piedra, Xavier Mascaró decidió alejarse de su formación inicial como pintor. Estos componentes otorgan a sus creaciones totémicas y tridimensionales un carácter inquietante y inducen, a su vez, al espectador a reflexionar sobre la memoria y la tradición.
Su obra se caracteriza por las líneas simples, pero con una firme personalidad. Los caballos, los toros y las vacas son un referente común en toda su producción artística, fruto de las vivencias en su tierra natal. El material que utiliza más es el bronce, pero también trabaja la madera, el vidrio y el hierro colado. Figuras desnudas de todo manierismo, formas primitivas que nos evocan el origen y la esencia de la humanidad.
Estudió en la Escuela Massana de Barcelona y fue fundador del Taller Experimental de Artes Plásticas, y más adelante, junto con Elena Carbonell, Ramon Guillem-Balmes y Manel Civit, del grupo Usquam. Su producción artística combina los elementos escultóricos tradicionales, como la madera o el hierro, con aquellos más efímeros como el agua o la arena, para crear una escultura casi incorpórea, con una fuerte carga simbólica sobre la sombra que esta proyecta, elemento clave de su producción y que mitológicamente relacionamos con conceptos como el misterio, la fascinación, la oscuridad, el temor de la que es sujeto. Proyectadas, quemadas, emulsionadas, dobladas... Investiga la forma tradicional de esta disciplina y combina recursos estilísticos, como en Perfils crítics, donde invierte el concepto de retrato. Su obra se convierte, pues, en sugerencia y juego, con efectos sensoriales que hacen reflexionar sobre los límites de la materia y su forma.
Assumpció Mateu y su entorno son una única idea, ya que su obra es el reflejo de un estado anímico surgido de la observación de la naturaleza. Pintura intimista donde el paisaje responde a un estado espiritual de análisis subjetivo. Utiliza la técnica mixta, mezclando fotografía con pintura y papel. Las texturas matéricas de pigmentos naturales, acrílicos y polvo de mármol otorgan a su trabajo una aureola de misterio y de belleza sublime. Assumpció Mateu establece una clara correspondencia entra la poesía y la pintura mediante un diálogo constante entre trazos, formas e irisaciones. Abstracta y a su vez realista, de sus telas fluyen infinidad de afluentes de colores, meandros de sensaciones de un instante preciso que se escurre.
Iniciado en la pintura de forma autodidacta, Julià Mateu se traslada a Barcelona en el año 1960 y cinco años más tarde hace su primera exposición. Como palimpsestos de sensaciones y vivencias, conglomera las experiencias de los viajes continuos al extranjero, el contacto con la naturaleza y la huella del surrealismo daliniano que —sin rehuir el anhelo metafísico— le sirve para tejer un nuevo lenguaje abstracto y cromático gestado desde el automatismo más puro. Dedicado al grabado, su producción también queda vinculada a la literatura y las artes gráficas: series litográficas acompañadas de textos de Lluís Racionero.