Lleva a cabo una figuración expresionista, de trazado libre y espontáneo. Ha investigado sobre el estímulo que mueve la sociedad y, tras analizar la publicidad circundante que bombardea constantemente nuestro subconsciente, concluye que el aburguesamiento y el sexo son los motores que la mueven. Además, en sus obras incluye personajes a los que elimina la mirada con un solo trazado de brocha. Al cubrirles los ojos, los convierte en arquetipos, contrafuerte de la idea de homogeneidad y ceguera a los que estamos sometidos.
Afincado en París desde el año 1957, Jiménez-Balaguer ha desarrollado a lo largo de su trayectoria un lenguaje abstracto protagonizado por la forma y la materia. Sus lienzos incorporan pedazos de tejidos, cordajes o madera, elementos que se entrelazan en el espacio para configurar una obra expresiva, melódica y táctil. A través de la materia y el volumen elabora un vocabulario propio, fruto de un proceso introspectivo, que desprende intensidad y una gran fuerza expresiva.
A pesar de estudiar fotografía y diseño, siempre se ha considerado un autodidacta. De pequeño su padre le regaló un aerógrafo con el que pudo empezar a dibujar mundos imaginarios. Su relación con la fotografía se consolidó gracias a la llegada de la era digital, ya que le permitía seguir plasmando su imaginario. Sus fotografías son realidades aparentemente inventadas aunque en cierta manera reales que invitan al espectador a adentrarse en un mundo donde desaparecen las fronteras entre realidad y ficción.
A partir de una embrionaria figuración, Salvador Juanpere se adentra en una etapa de investigación estética y de recuperación de las formas primigenias. La simbiosis establecida entre el mundo natural y el artificial, con el uso de materiales extraídos de la naturaleza y otros industriales, como el vidrio el acero, desemboca en la década de los noventa en un trabajo centrado en la ciencia y el pensamiento. El artista otorga tridimensionalidad a útiles y receptáculos, vectores de un tratamiento fundamentado en la reflexión sobre el proceso de creación artística.
Fotógrafo que retrata la realidad mediante unas instantáneas que son el reflejo de los constantes cambios sociales que sufre nuestro entorno más inmediato. Del más minúsculo detalle hasta la globalidad, nada escapa a su infatigable visor. A lo largo de los años, Darius Koehli ha ido sumergiéndose en las infinitas posibilidades que le atorga el universo fotográfico, universo que ha sabido, al mismo tiempo, enriquecer con sensibilidad y un amor incondicional por las minucias de la vida. El movimiento, la luz, el color, y los contrastes son las constantes en una trayectoria artística que fusiona pasado, presente y futuro. Su obra se encuentra en la Bibliothèque nationale de France, en París, y en numerosas colecciones privadas de todo el mundo.
Postgrado en Dirección de fotografia por la Escola Superior de Cinema i Audiovisual de Catalunya (ESCAC) en Barcelona. Hace más de quince años que trabaja en el mundo audiovisual como ayudante de cámera en diversos largometrajes; en este contexto encuentra la pasión por la foto fija, que actualmente compagina con el trabajo en la Fundació Foto Colectania. Recientemente ha realizado la foto fija del film La innocència, galardonado con un Goya la edición pasada.
Sus obras coloristas son el reflejo del mundo que lo rodea, de una circunstancia concreta y un entorno, pero también de lo más íntimo y subjetivo. Interesado por el equilibre entre el exterior y el interior, ordena el espacio y las figuras que contiene. Su obra, influida por el surrealismo, es el espejo de la psique y del inconsciente que se expresa en infinitud de formas y tonalidades.
Durante la década de los ochenta traslada su residencia al Ampurdán, desde donde viajará periódicamente a Marruecos. Su trabajo conecta con el arte primitivo, el mismo que en su momento interesó a Gauguin y Picasso. Sus pinturas son receptáculo de un lenguaje simbólico, donde la espontaneidad y la simplicidad hacen alusión constante a la vida y la muerte como eje de unión existencial.