Dibujante de retratos psicológicos, cuerpos trazados por poéticas e inquietas suturas que enfatizan su fragilidad, símbolo e imagen del Cosmos. Sus obras esconden referencias líricas de autores como el crítico de arte José Corredor-Matheos. Sobre un rígido soporte metálico, sus representaciones ennoblecen la anatomía humana mediante majestuosos contornos y nítidos espacios lumínicos. Las dicotomías hombre-abismo, luz-tiniebla, lleno-vacío, materia-éter son reflejo de unas ideas enmarcadas dentro del realismo abstracto.
Con sus imágenes, redime la fotografía del hecho de ser un simple testigo presencial, y con una voluntad expresa de ir más allá del visor, la transforma en disciplina interactiva mediante el film gráfico sobreimpreso. Microscópicas gemas de color delicadamente encastadas en sus curiosos fotogramas. Superpone pintura y fotografía con un deseo de retroalimentación para mostrarnos una realidad que clama por ser escuchada y salir del anonimato.
Artista francés, vive en Toulouse donde es profesor de artes gráficas. Pintor interesado en los medios audiovisuales y digitales. Desde el año 2011 trabaja en diferentes proyectos en colaboración con el artista catalán Jordi Cerdà, se trata de trabajos basados en la confrontación y el intercambio, es decir, en la propuesta-respuesta. Uno de los proyectos más conocidos es el que se inició en 2003 sobre la obra de Kafka, pinturas de gran formato, series numéricas, películas, etc., que se expuso en la Fundació Vila Casas en el año 2013.
Lleva a cabo una figuración expresionista, de trazado libre y espontáneo. Ha investigado sobre el estímulo que mueve la sociedad y, tras analizar la publicidad circundante que bombardea constantemente nuestro subconsciente, concluye que el aburguesamiento y el sexo son los motores que la mueven. Además, en sus obras incluye personajes a los que elimina la mirada con un solo trazado de brocha. Al cubrirles los ojos, los convierte en arquetipos, contrafuerte de la idea de homogeneidad y ceguera a los que estamos sometidos.
Afincado en París desde el año 1957, Jiménez-Balaguer ha desarrollado a lo largo de su trayectoria un lenguaje abstracto protagonizado por la forma y la materia. Sus lienzos incorporan pedazos de tejidos, cordajes o madera, elementos que se entrelazan en el espacio para configurar una obra expresiva, melódica y táctil. A través de la materia y el volumen elabora un vocabulario propio, fruto de un proceso introspectivo, que desprende intensidad y una gran fuerza expresiva.
A pesar de estudiar fotografía y diseño, siempre se ha considerado un autodidacta. De pequeño su padre le regaló un aerógrafo con el que pudo empezar a dibujar mundos imaginarios. Su relación con la fotografía se consolidó gracias a la llegada de la era digital, ya que le permitía seguir plasmando su imaginario. Sus fotografías son realidades aparentemente inventadas aunque en cierta manera reales que invitan al espectador a adentrarse en un mundo donde desaparecen las fronteras entre realidad y ficción.
A partir de una embrionaria figuración, Salvador Juanpere se adentra en una etapa de investigación estética y de recuperación de las formas primigenias. La simbiosis establecida entre el mundo natural y el artificial, con el uso de materiales extraídos de la naturaleza y otros industriales, como el vidrio el acero, desemboca en la década de los noventa en un trabajo centrado en la ciencia y el pensamiento. El artista otorga tridimensionalidad a útiles y receptáculos, vectores de un tratamiento fundamentado en la reflexión sobre el proceso de creación artística.