Inicia su carrera como foto reportero, realizando diversos viajes por todo el mundo. Durante la década de los sesenta vive uno de los momentos más intensos de su trayectoria profesional, con la colaboración en las revistas más importantes del momento como Vogue, Elle, Stern y Magnum. Ha cultivado la fotografía documental, de moda, de animales, el retrato, de paisajes y urbes pero no es hasta 1989 que empieza a investigar dentro del campo de la fotografía digital. Imágenes impregnadas de una tradición humanista y populista que dejan a un lado el monumentalismo y la heroicidad.
Seducido por los movimientos de vanguardia emergentes en Pequín, rompió pronto con los convencionalismos del estilo oficial, para adentrarse en la investigación y creación de piezas basadas en objetos, trabajos fotográficos, instalaciones y proyectos basados en textos para poder profundizar en el propio lenguaje contemporáneo. Durante los últimos años, Huang Yan ha desarrollado una serie de trabajos fundamentados en el arte ancestral de la pintura paisajística y los tatuajes. Zonas geográficas de China que habitan la anatomía humana, expresión corporal y espiritual que reivindica y recupera los valores asiáticos. En definitiva, Huang Yan hace brotar la identidad cultural y artística asiática con el uso de técnicas antiguas al servicio del arte actual.
Javier Huecas estudió Bellas Artes en tres ciudades diferentes: Sevilla, Barcelona y Almería. Sus primeras creaciones se circunscriben en la corriente pictórica de la Escuela de París. Con el paso del tiempo ha ido incorporando elementos simbólicos como el guerrero, la ciudad –desde diferentes perspectivas-, o la muralla como metáfora del límite de la vida y el conocimiento. También usa el tratamiento en serie de los colores rojizos, verdosos o el negro. Las esculturas combinan el barro tosco con la acuarela para infundir vida a la imagen humana. Mediante acabados terrosos y oxidados, exhibe las angustias de unos individuos que son, por regla general, frágiles y débiles.
Pintor de emociones, de sentimientos, de experiencias vitales que se liberan sobre la superficie de la tela para convertirse en proyección de su propia existencia. Aunque sus inicios se concretan en el informalismo orgánico, que abandona posteriormente para adentrarse en un periodo más figurativo. Actualmente, su lenguaje plástico es más expresionista. Contrastes latentes, de cruda y siniestra rebeldía, rehuyendo la mímesis natural aún siendo prisionero de su mundo interior.
Dibujante de retratos psicológicos, cuerpos trazados por poéticas e inquietas suturas que enfatizan su fragilidad, símbolo e imagen del Cosmos. Sus obras esconden referencias líricas de autores como el crítico de arte José Corredor-Matheos. Sobre un rígido soporte metálico, sus representaciones ennoblecen la anatomía humana mediante majestuosos contornos y nítidos espacios lumínicos. Las dicotomías hombre-abismo, luz-tiniebla, lleno-vacío, materia-éter son reflejo de unas ideas enmarcadas dentro del realismo abstracto.