Javier Huecas estudió Bellas Artes en tres ciudades diferentes: Sevilla, Barcelona y Almería. Sus primeras creaciones se circunscriben en la corriente pictórica de la Escuela de París. Con el paso del tiempo ha ido incorporando elementos simbólicos como el guerrero, la ciudad –desde diferentes perspectivas-, o la muralla como metáfora del límite de la vida y el conocimiento. También usa el tratamiento en serie de los colores rojizos, verdosos o el negro. Las esculturas combinan el barro tosco con la acuarela para infundir vida a la imagen humana. Mediante acabados terrosos y oxidados, exhibe las angustias de unos individuos que son, por regla general, frágiles y débiles.
Pintor de emociones, de sentimientos, de experiencias vitales que se liberan sobre la superficie de la tela para convertirse en proyección de su propia existencia. Aunque sus inicios se concretan en el informalismo orgánico, que abandona posteriormente para adentrarse en un periodo más figurativo. Actualmente, su lenguaje plástico es más expresionista. Contrastes latentes, de cruda y siniestra rebeldía, rehuyendo la mímesis natural aún siendo prisionero de su mundo interior.
Dibujante de retratos psicológicos, cuerpos trazados por poéticas e inquietas suturas que enfatizan su fragilidad, símbolo e imagen del Cosmos. Sus obras esconden referencias líricas de autores como el crítico de arte José Corredor-Matheos. Sobre un rígido soporte metálico, sus representaciones ennoblecen la anatomía humana mediante majestuosos contornos y nítidos espacios lumínicos. Las dicotomías hombre-abismo, luz-tiniebla, lleno-vacío, materia-éter son reflejo de unas ideas enmarcadas dentro del realismo abstracto.
Con sus imágenes, redime la fotografía del hecho de ser un simple testigo presencial, y con una voluntad expresa de ir más allá del visor, la transforma en disciplina interactiva mediante el film gráfico sobreimpreso. Microscópicas gemas de color delicadamente encastadas en sus curiosos fotogramas. Superpone pintura y fotografía con un deseo de retroalimentación para mostrarnos una realidad que clama por ser escuchada y salir del anonimato.