Grau-Garriga se formó en la Llotja y en la Escola Superior de Belles Arts de Barcelona. Vinculado inicialmente a la práctica del mural y del vitral, en 1956 fue contratado por la Casa Aymat como director artístico. Un año más tarde se marchó a París, donde conoció el informalismo, la pintura matérica y el trabajo de Lurçat, maestro en las artes del tapiz contemporáneas, que marcó su trayectoria. Ya en Sant Cugat transfirió los conocimientos aprendidos aplicando tendencias de tipo local en el taller que creó en su propia Casa Aymat, siendo de este modo como nace la Nova Escola Catalana de Tapís con Grau-Garriga como teórico e impulsor principal del movimiento, cambiando el antiguo concepto del tapiz tanto a nivel nacional como internacional. Sus obras, que se decantan hacia el aspecto pictórico, tienen en cuenta la base textil como canalizadora de la forma y catalizadora del mensaje final. Su uso de los hilos no tiene en cuenta tan sólo la composición cromática, clásica en los tapices de concepción bidimensional, sino que explora el material con el que trabaja, apreciando la calidad de este para encontrar la plasticidad, el volumen y la forma que su resistencia esconde creando obras de gran densidad matérica, ya sea en environnements como en collages, donde participan diferentes tipos de tejidos y materiales pictóricos, y donde la sinfonía de los colores usados, así como sus sombras y tesituras, se encargará de aportar la ligereza que culminará en el equilibrio visual de la obra.
La cámara se convierte en un apéndice de su persona, lugar dónde mixtura los conceptos de documental-emotividad, narraciones-sentimientos, todo y fragmento. Imágenes que emanan una especie de sensación cubista frente a una realidad fragmentada; el espectador se sumerge dentro de un rompecabezas abierto a múltiples reinterpretaciones calidoscópicas.
Pintor, dibujante y grabador de formación autodidacta, Guerrero Medina es cercano al neofigurativismo de tinte expresionista. Su obra se adentra en el paisaje y la figura humana con la voluntad de transmitir el estado anímico a través del color y el rechazo de la forma convencional. La producción de figuras, que desvelan el mundo interior y frágil de sus personajes, se aproxima a menudo a la denuncia social con el tratamiento de trágicos episodios históricos, como el exilio, y el efecto que estos hechos tuvieron sobre las personas. Esta producción convive con otros temas de interés para el artista, entre otros, la reinterpretación de pintores clásicos como Velázquez o el tratamiento del paisaje desde una intención más emocional que realista.
Después de finalizar sus estudios en La Llotja, Ramon Guillen-Balmes empezó a investigar el lenguaje escultórico mediante el ensamblaje de distintos materiales. En sus proyectos juega con las nociones del deseo, el automatismo y las formas anatómicas de nuestro cuerpo. Las influencias del dadá son clave para descifrar conceptualmente su obra; solía utilizar objets trouvés, concepto que remite al arte hecho con objetos cotidianos descontextualizados. Fue docente de la Escola Massana hasta su prematura muerte a la edad de 47 años y en 2012 la institución le dedicó una exposición retrospectiva que conmemoraba su trayectoria artística.
Pintor y grabador, protagonista de la vanguardia pictórica catalana de la segunda mitad del siglo XX, junto con Antoni Tàpies, Joan Josep Tharrats y Joan Hernández Pijoan. Partiendo de una primera etapa figurativa, la obra de Guinovart deriva a una temática social de gran formato. El año 1957, influido por la corriente abstracta y el informalismo, surge dentro de su estética creativa una nueva perspectiva tridimensional con la integración de objetos y el tratamiento matérico. Sus obras, expresiones plásticas de cromatismo fértil, aferradas al campo y a la tierra, generan un diálogo poético entre signos y gestos sugerentes. En el año 1982 obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas y en 1990 fue galardonado por el Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya.