Formado en la escuela Llotja de Barcelona, Fossas concibe obras que desprenden luminosidad. Los trazos de color que inundan sus lienzos hacen surgir los volúmenes de los paisajes y de los personajes que lo habitan, siempre bajo una atmósfera armónica e íntima al mismo tiempo.Sus composiciones, cálidas y vitales, se ven reforzadas por vigorosas pinceladas que otorgan a su trabajo una gran fuerza y movimiento de marcado carácter mediterráneo.
Su obra, enmarcada dentro del llamado arte social o new performance, es continuadora del arte performance de la década de los setenta. La creencia de Alicia Framis en las limitaciones del arte a la hora de expresar sentimientos o ideas, la ha llevado a desarrollar una serie de proyectos en los que el espectador, como ser activo, observa, ve y se cuestiona la realidad existente. A partir de conflictos o contradicciones, el artista reflexiona sobre la muerte, la soledad, la violencia, o la comunicación, entre otros temas. En definitiva, Alicia Framis pone el énfasis en temas existenciales.
Aunque ha trabajado con la fotografía, las instalaciones y las performances, la pintura es el medio idóneo donde concentra su energía e introspección. Agustín Fructuoso construye un espacio donde conviven pigmento, materia, imágenes y el accidente –fricciones o pequeños relieves- de los sentimientos, nostalgia y melancolía. Sus creaciones son autenticas metáforas que fusionan construcción y deconstrucción, obras abstractas dominadas por la oscuridad sobre la que planean pequeños detalles imperceptibles que claman ser descubiertos por el observador.
La pintura de Jordi Fulla se convierte en un viaje a la conquista de nuevos espacios mediante una visión fractal del universo proyectada en una reducida porción panorámica. Pluralidad de formas, colores y texturas, dibujos en los que la estructura, el espacio y las líneas marcan la transición entre los diferentes estados. Universo de elementos susceptibles de segmentación, de ingravidez que flota en el vacío, trascendencia y eternidad.
Artista multidisciplinar. Ha trabajado sobretodo la escultura, la pintura y la ilustración en una trayectoria que va de la abstracción a la figuración. Creador de pequeños mundos, utiliza el espacio como campo de búsqueda, como escenografía donde articula sus teorías sobre el orden, el vacío, la trascendencia de los sucesos que pueden llegar a ocurrir, las distintas disposiciones de los cuerpos y la inquietud de las historias que estos desembocan, articulando un diálogo con las personas que contemplan la obra y que son las encargadas de terminarla y entender el juego que, como si fueran jeroglíficos, plantea el artista.
El período de formación artística de Carles Gabarró tiene lugar durante los años ochenta, cuando triunfa la pintura neoexpresionista, su principal influencia. Aplica la pintura sobre la superficie en capas densas y encuentra placer en la brutalidad, el goteo y el accidente. Con esta pintura matérica construye una iconografía propia caracterizada por la repetición de temas, objetos y composiciones. Entendiendo la creación como el resultado de una carencia, sus creaciones se debaten entre la figuración y la abstracción, y a menudo conforman paisajes fantasmagóricos que tienen algo de onírico, grotesco y pesimista. Obtuvo el primer premio en la IX Bienal de Artes Plásticas de Vitoria-Gasteiz (1990).
Después de licenciarse en Bellas Artes, complementa su formación con un master en Investigación i Producción Artística que le induce hacia la búsqueda de un lenguaje pictórico de carácter personal y de reclamo social. A primera vista su obra se podría considerar urbana, por la representación de espacios públicos, calles o estaciones ferroviarias, pero más allá de la forma, nos transporta hacia una nueva dimensión metafísica transitada por individuos. Cristaliza instantes de la realidad, momentos de una cotidianidad estrepitosa en la que se reverberan unos seres que encuentran la razón de existir a través de una espiritualidad que se disuelve en medio de una colectividad contaminada por los roles sociales y culturales.