Artista multidisciplinar, comenzó la carrera profesional como dibujante a los 15 años, y a los 20 ya era un reconocido cartelista. Llegó a ser uno de los referentes visuales más grandes del anarquismo. Después de la Guerra Civil española se exilió a París, ciudad que le otorgó su barniz cultural, y donde desarrolló otras disciplinas de forma destacada como el grabado o la escenografía teatral. Esta última tarea le llevó a trabajar en ciudades como Ciudad de México, Londres, Roma o Nueva York, y fue a partir de estos viajes cuando empezó la pulsión fotográfica, que no dejó nunca, retratando, a través de la cámara, la faz de un mundo cambiante que en los años 60 estaba en plena efervescencia, e inmortalizaba la rutina y el carácter de estas metrópolis a partir de los rincones más extraordinarios de su geografía humana.
Fotógrafo, escritor y comisario de exposiciones, en las últimas décadas se ha convertido en figura clave dentro de la producción fotográfica a escala nacional. Forma parte de una generación que adoptó e institucionalizó la fotografía como medio de expresión artística. A través de retratos de apariencia casi documental podemos contemplar las transformaciones que las huellas del tiempo imprimen sobre los cuerpos y los rostros humanos. Formiguera intenta apresar el tiempo con imágenes, como el simple gesto de cerrar los ojos, acción que altera toda una identidad.
Estudió en la escuela Eina entre los años 1981-1983 juntamente con artistas como Albert Ràfols Casamada, Francesc Artigau, Xavier Serra de Rivera, Sergi Aguilar, Ernest Fontecilla y Patricio Velez. Desde un inicio figurativo su trabajo desemboca en un universo de formas abstractas, para llegar a captar todo aquello que no tiene forma y que convive con elementos tangibles en un espacio que emana lirismo, color y luz.
Formado en la escuela Llotja de Barcelona, Fossas concibe obras que desprenden luminosidad. Los trazos de color que inundan sus lienzos hacen surgir los volúmenes de los paisajes y de los personajes que lo habitan, siempre bajo una atmósfera armónica e íntima al mismo tiempo.Sus composiciones, cálidas y vitales, se ven reforzadas por vigorosas pinceladas que otorgan a su trabajo una gran fuerza y movimiento de marcado carácter mediterráneo.
Su obra, enmarcada dentro del llamado arte social o new performance, es continuadora del arte performance de la década de los setenta. La creencia de Alicia Framis en las limitaciones del arte a la hora de expresar sentimientos o ideas, la ha llevado a desarrollar una serie de proyectos en los que el espectador, como ser activo, observa, ve y se cuestiona la realidad existente. A partir de conflictos o contradicciones, el artista reflexiona sobre la muerte, la soledad, la violencia, o la comunicación, entre otros temas. En definitiva, Alicia Framis pone el énfasis en temas existenciales.
Aunque ha trabajado con la fotografía, las instalaciones y las performances, la pintura es el medio idóneo donde concentra su energía e introspección. Agustín Fructuoso construye un espacio donde conviven pigmento, materia, imágenes y el accidente –fricciones o pequeños relieves- de los sentimientos, nostalgia y melancolía. Sus creaciones son autenticas metáforas que fusionan construcción y deconstrucción, obras abstractas dominadas por la oscuridad sobre la que planean pequeños detalles imperceptibles que claman ser descubiertos por el observador.
La pintura de Jordi Fulla se convierte en un viaje a la conquista de nuevos espacios mediante una visión fractal del universo proyectada en una reducida porción panorámica. Pluralidad de formas, colores y texturas, dibujos en los que la estructura, el espacio y las líneas marcan la transición entre los diferentes estados. Universo de elementos susceptibles de segmentación, de ingravidez que flota en el vacío, trascendencia y eternidad.