Artista polifacética, Madola se formó en la Escola Massana y se doctoró en escultura por la Facultat de Belles Arts de la Universitat de Barcelona. Su dilatada trayectoria tanto artística como teórica ha destacado por su trabajo con la cerámica, donde ha dado continuidad a la labor iniciada por Josep Llorens Artigas i Antoni Cumella. Mediante el uso de nuevos lenguajes artísticos, sin abandonar las raíces culturales de esta técnica, modelas las obras jugando con la plasticidad del barro, el color, el volumen y la forma, y proyectando la figura en el espacio, donde crea una atmósfera simbólica basada en sus propias vivencias. Ha celebrado exposiciones individuales y colectivas por todo el mundo. Tiene obra permanente en varios museos y también obra de gran formato en el espacio urbano. Ha recibido distintos premios a lo largo de su carrera artística, como el premio a la mejor exposición en el Centenari Salvador Espriu, otorgado por la Generalitat de Catalunya en el año 2015.
Pintor y grabador, vinculado a la segunda generación del Noucentisme. Estudió en la Escola Superior de Bells Oficis de la Mancomunitat de Barcelona. En el año 1918 se integra en la Agrupació Courbet, un movimiento artístico con voluntad de renovar el panorama artístico catalán a partir de las bases del Noucentisme. Durante la década de los años veinte vivió en París y la Bretaña, y su obra se presentaba de manera recurrente en el Salon des Indépendants de París. Volvió a Barcelona en 1931, donde estuvo fuertemente vinculado a la actividad cultural de la ciudad durante la Guerra Civil. Su espíritu inquieto hace que vuelva a marcharse de nuevo en 1951, a Buenos Aires y más tarde a São Paulo, donde imparte clases de grabado en la escuela de Bellas Artes y también abre una galería de arte. Su arte es fruto de la admiración por Picasso y de la asimilación íntima del arte románico catalán, en un plasticismo espiritual que lo sitúa en la vanguardia catalana.
Artista y docente, graduada en Bellas Artes y doctora en Traducción, Interpretación y Lenguas Aplicadas por la Universitat de Vic. Explora el lenguaje a través de una práctica artística que no se enmarca dentro de una técnica determinada. Su obra es el mismo proceso de creación fundamentado en trabajos conceptuales de investigaciones performativas. En 2018 ganó el premio Art Nou, como mejor artista emergente de la ciudad de Barcelona.
Galerista de arte y fotógrafo, ha convertido esta última ocupación en una pasión que le ha llevado a captar instantes irrepetibles, testimonios gráficos que envuelven el círculo de nuestra historia más reciente. Su fotografía recoge varias temáticas en las que son parte mayoritaria los viajes, donde encuentra a través de los rincones historias paralelas en las que las luces y las sombras juegan a estructurarse y a convertirse en nuevos parajes.
Tras la muerte de su pare, tuvo que dejar la escuela y, más tarde, su ciudad natal para ponerse a trabajar. No se dedicó a la pintura hasta que un amigo suyo lo animó a viajar a París, donde fue seducido por las creaciones vanguardistas y donde tuvo la oportunidad de hacer su primera exposición individual en la galería Breteau. Cuando vuelve a Sabadall, reúne el grupo Gallot, configurado por artistas que querían actualizar el ambiente artístico de la ciudad mediante acciones reivindicativas. Su carrera pictórica seguirá de manera individual en París, Sabadell y Madrid, y su obra será conocida en toda Europa.
Después de un periodo inicial influido por las primeras vanguardias, los paisajes y la naturaleza se convierten en una sinfonía de lirismo y delicadeza. El gran dominio técnico late en la sutileza de los matices y las veladuras majestuosas que traslucen el camino iniciado por el artista barroco Caravaggio. Las frutas en descomposición son un símbolo inequívoco del tempus fugit y de la transitoriedad escurridiza de la vida, a la vez que la ausencia de la figura humana y el encuadramiento de sus paisajes se asocian a la temática de unas naturalezas muertas insertadas en una atmósfera etérea y poética.