Desde la ventana de mi dormitorio veo cada día crecer la glicina, la morada, la blanca va más lenta. Pero me cuesta concentrarme. A pesar del idílico entorno hay un extraño silencio y me invade una sensación de irrealidad que me hace pensar en Cortázar y su terror cotidiano, aquel que se manifiesta a plena luz del día, sin necesidad de claroscuros intimidantes ni sobresaltos musicales. Ahí está el enemigo, acechando, invisible, amenazando a nuestros seres queridos, entre los que me incluyo. Es una guerra, sí, del hombre contra el hombre, como todas las guerras, y no de la naturaleza contra el hombre, como nos han querido hacer creer, en la medida en que el hombre trata de manipularla y ésta se rebela.
Títol de l'obra: Si és música