Normalmente el color fluye sin restricciones, con libertad, dejándose llevar por combinaciones cromáticas, estados de ánimo... Ahora no puedo pensar en alguno concreto, algo más allá de mí mismo me lo impide, intento buscar alguno que refleje el estado caóticamente sereno de estos días, semanas y meses, y no encuentro ninguno... Gris, o quizás verde?
Me he alejado del taller donde habitualmente el proceso creativo de pintar transcurre en solitud, alejado del mundanal ruido, y ahora estoy recluido, confinado: ese mundo se ha parado, casi silenciado, como en una película de ciencia ficción pero real, y con algo de tragedia que no me deja concentrar y desde la calma intento filtrar los acontecimientos pensando en volver a pintar, a recuperar la vida de antes... ¿Será todo igual o algo nos habrá cambiado?