Barcelona, 1970
Esculturas en piedra y madera de corte escarpado que nos retornan a nuestros orígenes más primigenios. Representaciones del cuerpo humano como individuo particular e integrante de un grupo social, figuras de ajedrez, balcones… que se fundamentan en la presencia de un elemento arquitectónico implícito; estructuras en las que el ser humano oscila de forma inevitable entre la identificación individual y la participación gregaria en el grupo, entre la reivindicación de su personalidad inalienable y la tendencia a una incorporación destructiva.