Medina del Campo, Valladolid, 1955
Dedicado a la fotografía editorial y publicitaria, Ángel Marcos, a raíz de un encargo hecho en 1992 para el Teatro Calderón de Valladolid, se distancia del formulismo y de los parámetros fotográficos para sumergirse en el mundo artístico. A partir de este momento es cuando realiza varias series fotográficas, entre las que sobresale Obras póstumas (1999) y donde introduce imágenes de personas que, reflejadas en pantallas, se insertan en espacios físicos reales que narran la idea subyacente que alimenta la obra. De esta forma, nos encontramos frente a unas imágenes que rompen con la lógica visual universal, rehuyendo el concepto único e indisoluble del espacio y del tiempo.