Gerard Fernández Rico

Barcelona, 1977

El artista dispone los colores de forma apaisada en distintos planos infinitos, más allá de los horizontes de la obra, para infundir serenidad y equilibrio. Unas composiciones hechas en acrílico sobre madera, resina y técnica mixta donde la intervención de líneas aparentemente desordenadas rompen la armonía visual al concebir melodías de movimiento sinuoso. A pesar de tener una apariencia rigorista y aritmética, el azar puede convertirse en el principal protagonista; por medio de unas estructuras cromáticas y geométricas construye estratos emocionales que escrutan los rincones más profundos del alma humana.

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