De trazo abstracto y con un equilibro compositivo que alterna impulso y racionalidad, Sergi Barnils (Bata, Guinea Ecuatorial, 1954) recupera el uso de la clásica encáustica griega y romana para la conjugación de la materialidad de la pintura con un sueño de encuentro con lo trascendente. Luz, color y emoción crean en “Sergi Barnils. Maran ata”, a cargo de Glòria Bosch, un reducto para la admiración del gesto y la turbación del espíritu.