Pintor y grabador, siendo muy joven entró en contacto con la obra de Cézanne gracias a una beca que lo llevó a París, donde volvió después de Primera Guerra Mundial y donde entró en contacto con el surrealismo y con artistas como, por ejemplo, Max Jacob o Pablo Picasso. Alrededor de la década de los años veinte, siguió los postulados vanguardistas del momento y su pintura su fue inclinando hacia el clasicismo de origen cubista, y convirtió el desnudo femenino en el motivo principal de su obra. Fue en ese tiempo cuando le llegó el reconocimiento internacional. En 1932, ya en Barcelona, comenzó su relación con Francesc Cambó y su trabajo se decantó hacia los retratos de la alta sociedad catalana de la época.
Sus fotografías transportan a un estado casi onírico donde el mundo real y el imaginario se diluyen. A pesar de tratarse de escenas posibles en la realidad, Andrea Torres dota las imágenes de una aureola de fantasía, de sueño, de irrealidad. Son composiciones sencillas donde las figuras parecen habitar en un espacio y un tiempo indeterminados a través de los cuales la autora invita al espectador a dejarse llevar por su imaginación e interpretar la fotografía desde su propio mundo interior.
Artista que durante la década de los cincuenta, junto con Subirachs, Creus, Boix y Martí Sabé formó parte del Grup Postectura. De unos inicios expresionistas, seguidos de una etapa informal, su trabajo evoluciona hacia reflexiones vinculadas con el dadaísmo, el minimalismo y el arte conceptual, realizando creaciones de rigurosa geometría a través del uso de materiales poco convencionales como la fórmica. Con un sentido irónico y crítico de mirar el pasado, de lenguaje seductor y sutil, su obra invita al espectador a la reflexión. Entre los premios que ha recibido, destacan el de Julio González en 1959 y el primer premio de la III Bienal de Alejandría en el mismo año. La Generalitat de Catalunya le concedió la Creu de Sant Jordi en 1991.
Pionero de la instalación, Francesc Torres es actualmente uno de los creadores más reconocidos del panorama internacional. Por medio de la incorporación de nuevos procedimientos como son las instalaciones que mezclan escultura, fotografía y vídeo, el artista cuestiona varias manifestaciones de la política, el poder y la cultura, y nos hace partícipes de su introspección artística y subjetiva. Las largas temporadas en el extranjero (Nueva York, Berlín y París), donde desarrolla gran parte de sus proyectos hasta los años noventa, han originado que su trabajo haya sido poco difundido en nuestro país. En el año 1991 fue galardonado con el Premio Nacional de Bellas Artes, y durante el transcurso de 2009, con el Premio Nacional de Artes Visuales, los dos concedidos por la Generalitat de Catalunya.
El año 1947 empezó como aprendiz en los talleres de joyería y orfebrería del maestro Alfons Serrahima. Nueve años más tarde fundó su primer taller de pintura, joyas y pequeña escultura en la calle del Call de Barcelona. Su voluptuosa obra se integra y, a la vez, se fusiona con la naturaleza como si fuera parte inherente del paisaje. Orfebre de dicotomías, concibe simultáneamente escultura menuda y delicada, y piezas de aire totémico y monumental.
Pintora consagrada y artista gráfica, Rosa Torres participó con su pintura en el prestigioso Equipo Crónica. Desde sus inicios, en su obra predomina la temática paisajística, abstracta y de pincelada gestual. Posteriormente, su trabajo desemboca en un minimalismo de fondo realista, en el que destacan la disposición de grandes manchas cromáticas y la reducción de todo elemento superfluo.
Su inquietud por el lenguaje plástico lo llevó a aprender la técnica del dibujo desde muy joven, un conocimiento que amplió poco después con estudios sobre pintura a la acuarela y técnicas de grabado. Gracias a este primer contacto con la técnica del grabado desarrolló una importante curiosidad por los materiales, y más concretamente por los metales y el hierro. Fue en ese momento cuando pasó de las dos a las tres dimensiones y se interesó por el espacio, el vacío y el concepto de la nada. Realizó estudios de Arquitectura, lo que consolidó sus conocimientos sobre los materiales y las estructuras que habitan el espacio, así como la proporción y la escala humana. Así pues, sus esculturas son fruto de esta trayectoria: el dominio de la línea y los materiales le permite crear estructuras que interactúan con el espacio, dibujando vacíos y jugando con los puntos de vista del espectador.